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Inflación: Diferencias entre Estados Unidos y Japón

En agosto de 2020, la Reserva Federal anunció que haría cualquier cosa para que hubiera inflación. Japón lleva tres décadas usando la política monetaria con el mismo objetivo, y no lo ha conseguido. Sin embargo, hay muchas diferencias entre Estados Unidos y Japón. Veamos cuáles son, y por qué el resultado probablemente será distinto en Estados Unidos.

Contenido

Introducción

Los bancos centrales creen que la inflación es la mejor forma de combatir el principal problema económico actual: el sobreendeudamiento. La deuda de los gobiernos, las familias y las empresas se sitúa en máximos históricos. Y eso tiene efectos perniciosos para el crecimiento de la economía.

Un exceso de deuda significa que ésta no puede ser devuelta. Y sólo existen dos formas de salir de esa situación. La primera forma sería mediante una serie de quiebras y reestructuraciones. Si la deuda es demasiado grande, lo lógico sería renegociarla o quebrar. Esta sería la forma honesta de arreglar el problema. Y si bien sería doloroso a corto plazo, sanearía la economía a largo plazo.

La segunda forma de arreglar el problema es devaluando esa deuda. La deuda se devalúa creando inflación. No se producen impagos, pero el valor real del dinero que se devuelve es mucho menor. Sin lugar a dudas es una forma deshonesta. El resultado final es el mismo: impagar parte de la deuda.

Por cuestiones políticas, se ha decidido devaluar la deuda. Así pues, los bancos centrales han bajado los intereses a mínimos históricos (0% o negativos), y se han puesto a imprimir dinero.

Debido a que Japón lleva tres décadas con una política monetaria expansiva y no se ha producido apenas inflación, mucha gente cree que Estados Unidos sufrirá el mismo destino. Digo sufrirá cuando debería decir gozará.

Sin embargo, hay muchas diferencias entre Estados Unidos y Japón. Analicémoslas para ver por qué el resultado japonés (falta de inflación a pesar de las medidas tomadas) es improbable en Estados Unidos.

Diferencias en los objetivos de ambos países

Japón tuvo una burbuja inmobiliaria y bursátil en los años 80. Su punto más alto fue a finales de 1989 y principios de 1990. Desde entonces, se desinfló. La bolsa japonesa alcanzó su nivel más bajo post burbuja en 2008, tras una caída acumulada del 81%. Los precios inmobiliarios también descendieron sobre el 80%.

Al mismo tiempo que se desinflaba la burbuja, empezó un proceso de descenso generalizado en precios de consumo. Para combatir esa deflación, Japón ha estado las últimas tres décadas con una política de expansión monetaria, con el objetivo oficial de combatir esa deflación y causar inflación.

Los resultados han estado sorprendentes, puesto que la inflación apenas ha logrado superar el 1% anual.

Estados Unidos ha visto la cotización de su mercado bursátil y sus precios inmobiliarios subir de forma espectacular desde los años 80. Esto ha ido de la mano de un aumento del endeudamiento de la sociedad y una bajada de tipos de interés, desde el 22% al 0%.

Si bien la burbuja norteamericana actual no tiene nada que ver con la japonesa de hace 30 años, es innegable que esos precios son insostenibles si la política monetaria se tuviera que normalizar. De ahí que la Reserva Federal esté dispuesta a hacer lo que haga falta para sostenerlos.

Ahí es donde hay una de las mayores diferencias entre Estados Unidos y Japón. Japón permitió que el precio de los activos se desinflara para que volvieran a estar en línea con la economía real. Estados Unidos no quiere que el precio de los activos caiga. De hecho, quiere que sigan subiendo.

Y eso tiene importantes consecuencias para el coste de la vida en Estados Unidos. Crear inflación al mismo tiempo que intentas que el precio de la vivienda, de la sanidad y de la educación siga estando muy por encima de la media histórica no es lo mejor para el bienestar de los ciudadanos.

Balance comercial: uno con superávit, el otro con déficit

Dejando de lado las diferencias de fondo entre los objetivos de Estados Unidos y Japón, fijémonos en sus estructuras económicas.

Uno de los principales motivos por los que Estados Unidos puede experimentar una fuerte inflación, al contrario que Japón, es que Estados Unidos tiene un déficit comercial gigantesco. Y es un déficit endémico. Estados Unidos importa mucho más de lo que exporta, con lo que de facto exporta dólares al mundo, haciéndolos menos escasos.

Mientras tanto, Japón es uno de los países líder en exportaciones. Japón goza de uno de los superávits comerciales más grandes del mundo. Como consecuencia, la demanda de yenes es mayor que su oferta. Eso se traduce en una divisa que continuamente sube de valor.

Y, por lo tanto, un yen fuerte abarata las importaciones de países extranjeros a Japón, limitando las subidas de precios y haciendo que el coste de la vida se mantenga bajo.

Ahorros internos

Otra gran diferencia entre Estados Unidos y Japón, relacionada con los balances comerciales de cada uno de los países, es el nivel de ahorros internos.

Japón es un país con un nivel de ahorros muy elevado. De hecho, la sociedad japonesa ahorra mucho más de lo que el banco central debe imprimir para financiar la deuda del gobierno. Esto hace que el nivel de yenes en la economía no aumente. Y el efecto es que no aumenten los precios.

Los japoneses ahorran tanto que incluso poseen tanta deuda americana como China. Para ponerlo en perspectiva, el gobierno americano debe 10.000 dólares a cada ciudadano japonés. Incluidos los niños.

Por el contrario, Estados Unidos es un país con un nivel de ahorros extremadamente bajo. Tradicionalmente, los déficits americanos se financiaban con préstamos que llegaban del extranjero, un gran porcentaje de ellos desde China y Japón, como acabamos de ver.

Sin embargo, una política monetaria y fiscal tan expansiva hará que sea necesario financiar esos déficits gigantescos mediante la creación de nuevos dólares, que irán directamente destinados a la compra de productos, puesto que la sociedad americana no ahorra. Y la Reserva Federal quiere que eso siga así.

Uso de la política monetaria

Una política monetaria expansiva puede tener muchos usos distintos. Aquí tenemos otra de las grandes diferencias entre Estados Unidos y Japón.

Japón ha destinado la mayor parte de la expansión monetaria a sostener el sistema bancario. Después de que petara la burbuja inmobiliaria japonesa, los bancos tenían muchísimos créditos en los balances que nunca serían devueltos. En lugar de permitir una quiebra masiva de bancos, el gobierno japonés optó por sostener al sistema bancario mediante la emisión de deuda pública financiada por el banco central.

Dejando de lado consideraciones morales, tal política monetaria no tiene por qué ser inflacionaria. A fin de cuentas, se trata de imprimir dinero para reponer reservas bancarias. Ese dinero no llegará a la economía real si esos bancos no usan ese aumento de reservas para dar más créditos. Y eso no ha ocurrido.

En cuanto a Estados Unidos, una política monetaria de este tipo probablemente se use en beneficio de los políticos. Esto significa que las elecciones pueden pasar a convertirse (aún mas) en una competición para ver qué partido promete más cosas gratis a sus votantes.

De hecho, ya lo estamos viendo. Desde que empezó la crisis sanitaria en marzo de 2020, los estímulos que se proponen son cada vez mayores. Parece que no hay límite en cuanto a las cosas que se puede prometer. A fin de cuentas, el dinero se puede imprimir para pagar lo que sea.

Las consecuencias de tales acciones pueden ser tremendamente inflacionarias. Por un lado, dar dinero a la gente y reducir todo tipo de impuestos hace que los déficits públicos crezcan y tengan que ser monetizados.

Por el otro, algunas de estas políticas desincentivan el trabajo, haciendo que haya una menor oferta de bienes. Y a menor oferta de bienes, con demanda creciente debido a los estímulos, mayores precios. Además, tener a una gran parte de la población productiva sin producir puede tener graves consecuencias a largo plazo.

Y no nos olvidemos del giro populista que está tomando Estados Unidos. La población está cada vez más dispuesta a abrazar candidatos extremistas. De ambos lados. Y ninguno de ellos aboga por la responsabilidad fiscal, por lo que los excesos actuales probablemente no paren de crecer en el futuro.

Moneda de reserva mundial

El dólar es la moneda de reserva mundial. Desde que el mundo abandonara el patrón oro en 1971, los bancos centrales de todo el mundo han estado acumulando dólares como uno de sus mayores activos, a pesar de que el dólar ya no estaba respaldado por nada.

Una política monetaria extremadamente expansiva, que afecte de forma importante al valor del dólar, puede provocar que la confianza en la divisa norteamericana se desplome. Y con ella también el estatus de moneda de reserva mundial.

Si eso ocurriera, muchos países venderían sus dólares o dejarían de acumularlos. Un movimiento de este tipo provocaría una devaluación en el dólar y, por consiguiente, un encarecimiento de las importaciones para la sociedad norteamericana.

Por el contrario, el yen japonés, si bien es una divisa refugio como el franco suizo, nunca ha sido moneda de reserva mundial. Con lo que nunca se ha expuesto a perder ese estatus. De hecho, el yen es una de las divisas más infravaloradas si la ajustamos por su poder de compra.

Demografía

Por último, otra de las grandes diferencias entre Estados Unidos y Japón es la demografía. Se habla mucho sobre el envejecimiento de la población en Occidente, Japón o China. Y un envejecimiento generalizado es sin duda deflacionario. Esto se debe a que la gente mayor tiende a gastar mucho menos, con lo que se reduce el nivel de demanda en la economía.

Si bien Estados Unidos experimentará un envejecimiento poblacional, éste será poco importante. Si comparamos la demografía americana con la de Europa o Japón, nos daremos cuenta de que la situación de Estados Unidos es mucho mejor.

Estados Unidos tiene una tasa de natalidad de 1,8 hijos por mujer. Y el país sigue atrayendo a muchos inmigrantes, sobretodo de América Latina. Por el contrario, Japón es uno de los países más envejecidos del mundo. Y a una muy baja tasa de natalidad (1,4 hijos por mujer), se une una tasa de inmigración de las más bajas del mundo.

Datos de 2019 de la fantástica web

Esto significa que las presiones demográficas deflacionarias son mucho mayores en Japón que en Estados Unidos. De hecho, la demografía americana no justificaría ningún tipo de intervención monetaria por sí misma.

Conclusión

Como has visto, el panorama actual en Estados Unidos es muy distinto al que ha tenido Japón desde los años 90. Las estructuras económicas y sociales de ambos países son absolutamente distintas. Los sistemas económicos, los hábitos de consumo, la situación política y la demografía no tienen casi nada en común.

La conclusión lógica es asumir que las políticas monetarias expansivas probablemente sí que sean muy inflacionarias en Estados Unidos. Pero sólo el tiempo nos dará la respuesta.

Si quieres dar tu opinión o aportar algo al debate, te animo a que lo hagas en la sección de abajo.

Mientras tanto, te dejo el enlace a un artículo donde analizo las presiones inflacionarias y deflacionarias en la economía actual:
¿Habrá Inflación o Deflación?

Publicado en Economía

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