Última actualización 7 de abril de 2023
Estonia es uno de los países con mayor crecimiento económico de la Unión Europea. Se trata de un pequeño estado que está haciendo las cosas muy bien. A continuación, analizamos los impuestos en Estonia, un tema que interesa a muchas personas.
Contenido
- Introducción
- Impuestos sobre las rentas del trabajo
- Impuestos sobre las rentas del capital y del ahorro
- Impuesto de Sociedades
- IVA
- Impuestos sobre la compra de una vivienda
- Situación de las finanzas públicas de Estonia
- Conclusión
Introducción
Con una población de 1,3 millones de personas, Estonia es una de las muchas historias de éxito económico que se han producido en Europa del Este desde la caída del comunismo.
De hecho, hasta 1991, Estonia era una mera república dentro de la Unión Soviética, con lo que no gozaba de ningún tipo de soberanía real. No obstante, las cosas han cambiado mucho a lo largo de las últimas tres décadas.
Estonia ha sabido hacer las cosas muy bien. Y desde el año 2021 su PIB per cápita real ya se sitúa por encima del de España. Por si esto fuera poco, lo ha hecho con unas finanzas públicas en un estado envidiable.
Desde 2004 el país báltico es miembro de la Unión Europea. 7 años más tarde, en 2011, se unió a la zona euro, cosa que no le ha provocado ningún tipo de problema gracias a su disciplina fiscal.
Una de las cosas que Estonia ha gestionado mejor ha sido precisamente su política fiscal. Ésta ha ido destinada a atraer a empresas y trabajadores que desarrollasen la economía local. Y, como no podía ser de otra forma, también ha sido objeto de interés por parte de muchos expats y nómadas digitales.
A continuación, haremos un análisis detallado de los impuestos más importantes en Estonia.
Impuestos sobre las rentas del trabajo
Empecemos con las rentas del trabajo, sujetas tanto a la seguridad social como al impuesto de la renta:
Seguridad Social
Como en la mayoría de países desarrollados, el primer cargo al que están sujetas las rentas del trabajo en Estonia es la seguridad social. La misma va a cargo principalmente de las empresas.
Así pues, cualquier empresa con empleados en el país debe hacer dos tipos de contribuciones. Por un lado, debe pagar el impuesto social, cuyo fin es financiar el sistema de pensiones y el sistema sanitario. Para ello deben pagar el 33% del salario bruto del trabajador, sin importe máximo.
Cabe destacar que un 4% de ese 33% va destinado a un fondo de pensiones a título personal del trabajador. Por lo que ese dinero no está a disposición del gobierno para gastar.
Por el otro lado, también debe pagar un 0,8% en concepto de seguro de desempleo. Por lo que el porcentaje total que deben asumir las empresas es del 33,8%.
En cuanto a los trabajadores, éstos son algo más afortunados. Puesto que solamente deben pagar el 1,6% de su salario en concepto de seguro de desempleo.
Cabe destacar que aquellos que hayan nacido a partir del año 1983 también están obligados a contribuir el 2% de su salario al fondo de pensiones personal. Por lo que, cada año, un importe equivalente al 6% de su salario bruto va destinado a sus futuros ahorros.
Por lo que, en términos de pagos obligatorios que deben hacer los trabajadores nacidos a partir del 1983, el porcentaje se sitúa en el 3,6% de su salario bruto. Para aquellos nacidos antes de 1983, el porcentaje es de solamente el 1,6%.
Impuesto sobre la renta (IRPF)
El otro impuesto al que deben hacer frente los trabajadores en Estonia es el impuesto sobre la renta, equivalente al IRPF español.
No obstante, los impuestos sobre la renta en Estonia son mucho más bajos y simples de entender. Pues todas las rentas del trabajo están sujetas a un tipo impositivo fijo del 20%.
Da igual cuánto dinero gane una persona, su impuesto será equivalente al 20% de su salario bruto. Eso hace que tengamos un sistema más justo y, sobretodo, mucho más sencillo de seguir por parte de los trabajadores y las empresas.
Mención aparte merecen aquellos que trabajen por su cuenta, es decir, los autónomos, cuyos rendimientos también están sujetos a un impuesto sobre la renta del 20%.
Impuestos sobre las rentas del capital y del ahorro
La otra manera en la que podemos conseguir rentas es mediante nuestros ahorros e inversiones, por las cuales también tendremos que pagar impuestos en Estonia. Los mismos van a depender de la naturaleza de esas rentas:
Intereses
Los intereses que recibamos de nuestros depósitos bancarios o inversiones en instrumentos de renta fija están sujetos a un tipo fijo del 20% en la mayoría de casos.
Dividendos
En cuanto a los dividendos, debemos tener en cuenta que su tratamiento fiscal va a depender de si los cobramos de una empresa cuya sede se encuentra en Estonia, o en el extranjero.
Si la empresa está en Estonia, los dividendos que cobremos estarán sujetos a un tipo total del 20%. Sin embargo, no habrá doble tributación. Es decir, 20% es el tipo impositivo que se aplica a los beneficios empresariales distribuidos como dividendos. Los beneficios retenidos por parte de la empresa no están sujetos al pago de impuestos.
Tal situación contrasta con la de la mayoría de países, donde los beneficios empresariales están sujetos al impuesto de sociedades primero, y al impuesto sobre la renta en forma de dividendos después. Tan sólo una minoría de países, como Singapur y Estonia, usan un sistema que evita la doble tributación de los beneficios empresariales.
Respecto a los dividendos que cobremos de empresas extranjeras, como por ejemplo en nuestra cartera bursátil, no estarán sujetos a impuestos, siempre y cuando la empresa que nos los pague ya haya tributado por el impuesto de la renta en su país.
Rentas inmobiliarias (alquileres)
Los ingresos que consigamos en forma de rentas inmobiliarias, es decir, de alquileres, estarán sujetas al mismo tipo fijo del 20%. Cabe destacar que los impuestos se calcularán sobre las rentas netas solamente, pudiendo deducir todos los gastos asociados a la posesión y el mantenimiento del inmueble.
Plusvalías
Por último, las ganancias del capital procedentes de nuestras inversiones financieras estarán sujetas a un tipo del 20%. No obstante, tan solo tendremos que pagar el impuesto cuando retiremos ese dinero de nuestra cuenta de inversión. Si lo mantenemos allí, para reinvertirlo en el futuro, no deberemos pagar nada.
En cuanto a las plusvalías resultantes de nuestras inversiones inmobiliarias, no pagaremos nada si provienen de la venta de nuestra vivienda particular. De lo contrario, deberíamos hacer frente a un impuesto del 20%.
Impuesto de Sociedades
El impuesto de sociedades grava los beneficios empresariales en la mayoría de países, pero funciona de forma ligeramente distinta en Estonia.
En Estonia, aquellos beneficios que no sean distribuidos a los accionistas y sean retenidos por parte de la empresa, por ejemplo, para ser reinvertidos en el crecimiento de la misma, no serán gravados. O sea, el tipo será del 0%. Esto permite a las empresas expandirse sin restricciones, y a la economía seguir creciendo.
En otras palabras, Estonia demuestra estar interesada en el bienestar de su país a largo plazo.
Si los beneficios empresariales son distribuidos a los accionistas en forma de dividendos, el tipo impositivo será del 20%. Este 20% es el mismo que hemos visto en la sección de dividendos, por lo que no hay dos pagos del 20%, sino solamente uno.
IVA
El IVA grava el consumo de bienes y servicios en Estonia. Y para añadir aún más sencillez a su sistema fiscal, el tipo general del IVA en el país báltico es del 20%. Exactamente el mismo porcentaje que se usa para el impuesto de la renta y de sociedades.
Existe, no obstante, un tipo reducido del 9%. Éste se usa para ciertos productos y servicios, como medicamentos y equipamiento médico, hoteles, libros y prensa.
Por último, el transporte internacional está exento del pago del IVA.
Impuestos sobre la compra de una vivienda
A la hora de comprar un inmueble en Estonia, se debe pagar un pequeño impuesto a las autoridades. Este pago sería equivalente al impuesto de transmisiones patrimoniales.
No obstante, su porcentaje es ínfimo. Así pues, la compra de una casa, un piso o cualquier otro activo inmobiliario está sujeta a un impuesto del 0,4% del valor de la transacción.
Esto significa que, para una compra de 200.000€, deberíamos pagar 800€ de impuestos.
Esto contrasta fuertemente con España, donde el impuesto se sitúa entre el 6 y el 11%. Por lo que una compra del mismo importe acarrearía el pago de entre 12.000 y 22.000€ en impuestos.
Situación de las finanzas públicas de Estonia
Poco hace falta comentar sobre la situación de las finanzas públicas de Estonia, más allá de afirmar que es excelente. Pues el país báltico es uno de los pocos en el mundo que no tienen apenas deuda.
El año 2019 se cerró con un nivel de endeudamiento público del 8,4% del PIB. Y a mediados de 2021, después de 18 meses de gastos extraordinarios e ingresos fiscales deprimidos, el nivel de deuda se situaba en apenas el 18%.
Como podemos ver en el gráfico a continuación, Estonia es simplemente un país que no concibe la deuda pública como un instrumento para financiar su presupuesto. Desde su independencia en 1991, su nivel de deuda nunca superó el 10% del PIB hasta bien entrada la crisis de 2020.
Y no hay ningún tipo de dudas de que el endeudamiento volverá a bajar en los próximos años. Precisamente por eso he construido el gráfico de tal forma que el eje de la izquierda fuera hasta el 80%. Para que quedara bien claro que la deuda pública en Estonia es simplemente insignificante.
Para ponerlo en perspectiva, la deuda pública en España ya superaba el 130% del PIB a mediados de 2021. Con una tendencia claramente alcista y un panorama socioeconómico exigiendo aumentos del déficit público.
El buen estado financiero de Estonia nos indica que el país podrá seguir ofreciendo un buen clima económico para sus ciudadanos y empresas. Sin tener que preocuparse de pagar intereses de la deuda, subir impuestos o llevar a cabo recortes del gasto.
Estonia es un país que puede garantizar, tanto a las empresas como a las personas, estabilidad a largo plazo. Y pocas cosas hay más importantes que eso a la hora de estimular el desarrollo económico de una región.
Conclusión
Como hemos podido ver, Estonia ha sido capaz de conseguir un nivel de bienestar económico espectacular en tan solo 3 décadas, y eso se debe en parte al sistema de impuestos que ha diseñado.
El sistema fiscal del país báltico tiene como objetivo motivar a los trabajadores y a las empresas a producir y generar riqueza. Y, sobre todo, no quiere generar dificultades a la hora de adherirse a sus reglas.
Los impuestos en Estonia no son solamente atractivos, sino que también son muy sencillos de entender y de cumplir. Además, los trámites burocráticos son fáciles y rápidos.
Por todo ello, Estonia atrae el interés de muchos expatriados y nómadas digitales. Individuos que son capaces de decidir dónde quieren vivir, trabajar y pagar impuestos. Y pocas cosas nos otorgan mayor soberanía personal que tener la libertad para tomar esas decisiones.
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Impuestos
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