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¿Deberíamos Gestionar un País como una Familia?

Tanto los gobiernos como las familias tienen recursos limitados. Es obvio que, a largo plazo, no se puede gastar más de lo que se ingresa. De ahí que lo óptimo sería gestionar las finanzas de un país como las de una familia. En este artículo te explico por qué.

Contenido

Introducción

Una cosa que ha desaparecido por completo del mundo de la política es que hay que eliminar el déficit público y reducir nuestro nivel de deuda. Por primera vez en la historia parece que hay un consenso sobre la necesidad permanente y las bondades de que el gobierno incurra déficits gigantescos.

Pero, como solía decir el renombrado economista Milton Friedman, “there’s no such thing as a free lunch”, o sea, no hay comidas gratis. En un sistema económico, toda acción tiene consecuencias. Y si el gobierno puede gastar aquello que no tiene, es porque, indirectamente, alguien lo está pagando.

Los ciudadanos tenemos limitaciones obvias. Si nuestro salario es de 2.000 euros, podemos decidir cuánto gastar y cuánto ahorrar. Lo que claramente no podemos hacer es gastar 4.000 sin que haya consecuencias negativas a largo plazo. Ya que estaríamos asumiendo demasiada deuda. De nuevo, no podemos gastar aquello que no tenemos.

Cómo se paga todo gasto público

Como hemos visto, lo máximo que puede gastar una persona es su salario, su patrimonio (que es finito) y lo que le presten (que también debería ser finito). Además, sabemos que, si en algún momento no pagamos nuestras deudas, nos van a quitar nuestras posesiones.

De forma similar, los ciudadanos debemos pagar todo gasto público. No hay gasto público que se pague por sí solo, o que no haya que pagar nunca.

El gasto público se puede pagar de las siguientes formas:

  • Impuestos hoy: los impuestos que pagamos regularmente en concepto de IRPF, IVA, etc.
  • Impuestos en el futuro: impuestos adicionales que nos tocará pagar en el futuro.
  • Inflación: cuando el banco central (un organismo gubernamental) imprime dinero, el mayor beneficiado es el gobierno, que dispone de más dinero a costa de devaluar el dinero de todos los demás.
  • Una combinación de las tres formas anteriores.

No hay soluciones mágicas. Y eso es válido tanto para el mundo actual, como para todos los países a lo largo de la historia, como veremos más adelante.

La deuda, tan usada por los gobiernos hoy en día, tan solo es una herramienta. Al final esa deuda se acaba pagando. Eso se puede hacer de forma honesta (con impuestos) o deshonesta (con inflación, haciendo que el banco central imprima dinero para pagarla).

Gobiernos y bancos centrales trabajando juntos

En condiciones normales, si un gobierno quiere gastar dinero, necesita ingresos (impuestos) o debe emitir deuda. Y, si quiere emitir deuda, debe encontrar a inversores que le presten dinero.

Para que alguien quiera comprar la deuda de un país, esa deuda debe ser atractiva desde el punto de vista del interés que ofrece.

Sin embargo, actualmente son los bancos centrales los que garantizan que los estados puedan emitir tanta deuda como quieran. Los estados emiten deuda a tipos de interés cercanos al 0% (en ocasiones negativos) y los bancos centrales imprimen dinero para prestárselo al gobierno.

Como ves, esa deuda es un mero apunte contable. El gobierno se lo debe al banco central. Y no tiene que pagar intereses. Por lo que esa forma de financiarse no es otra cosa que imprimir dinero, pero sin admitirlo abiertamente.

Eso significa que ese gasto se está pagando con inflación. O sea, con un aumento del coste de la vida. Y lo pagan los ciudadanos. Sobre todo, las clases medias y bajas.

Un gobierno no debe poder usar el banco central para que éste imprima dinero y se lo preste, de ahí que históricamente haya habido cierta separación entre gobierno y banco central. ¿Por qué? Pues porque todos sabemos qué ocurre cuando los políticos tienen acceso a la máquina de imprimir billetes.

Qué nos dicen los políticos y medios de comunicación

Medios de comunicación, políticos y bancos centrales nos dicen dos cosas, y ambas son rotundamente falsas.

En primer lugar, nos dicen que estas medidas son temporales. Como también decía Milton Friedman, no hay nada más permanente que una medida temporal del gobierno. Y si echamos un vistazo a lo que ha ocurrido, veremos que las compras de deuda por parte de los bancos centrales empezaron en 2008, como una medida temporal.

Doce años después, esas medidas siguen ahí, y los importes son cada vez mayores. En otras palabras: los gobiernos son totalmente dependientes de que los bancos centrales sigan imprimiendo. Y debido a que los gobiernos actualmente controlan a los bancos centrales, ya nos podemos imaginar qué cambiará en los próximos años. Nada.

En segundo lugar, nos dicen que estas políticas no tienen efectos negativos porque la inflación es inexistente. No hace falta que te diga por qué la forma en la que se mide la inflación oficial es totalmente errónea.

Tú sabes cuánto han subido los precios de los inmuebles, del agua, de la luz, de la comida, etc. Eso significa que el coste de la vida aumenta. Y de forma significativa.

Además, incluso en el caso de que los precios no subieran, la impresión monetaria evita que los precios caigan. Y que los precios de determinadas cosas caigan sería altamente beneficioso. Piensa en lo que cuesta un piso hoy y lo que costaba históricamente.

El encarecimiento de la vivienda ha tenido lugar en todos los países del mundo occidental. Gran parte de la población ya no es capaz de adquirir una vivienda. Y esto es consecuencia de que los gobiernos y bancos centrales abusen de su poder.

Consecuencias de abusar de la deuda

Abusar de la deuda tiene consecuencias muy graves. Siempre acaba de la misma forma: con una fuerte depresión económica. Pero hay dos caminos que nos pueden llevar allí: el camino “honesto” y el “deshonesto”.

El camino honesto es mediante una reducción drástica del gasto. Independientemente de si hay quiebra o no, lo cierto es que el gobierno debe dejar de gastar tanto como antes. Eso significa que parte de la población deja de recibir ingresos y hay una recesión.

La recesión dura hasta que la economía se vuelve a ajustar. Y ese proceso de desapalancamiento suele ser doloroso e ir acompañado de una bajada en los precios de los activos (viviendas, acciones, etc.). Un ejemplo de países que lograron salir de forma exitosa de una situación así fueron Irlanda y Portugal hace unos años.

El camino deshonesto es mediante la inflación. Es el que se suele elegir, ya que no requiere que los gobernantes admitan sus errores. La gigantesca montaña de deuda se paga imprimiendo dinero. Eso provoca que la divisa se desplome, ya que nadie la quiere.

La inflación se dispara. Los ahorros pierden su valor. Y la población acaba aún más empobrecida que si se hubiera reconocido de forma honesta que los gastos eran insostenibles.

Dos ejemplos obvios son Argentina y, en un caso más extremo, Venezuela.

Echemos un vistazo a la historia

La historia nos demuestra que, cuando un país abusa de la deuda, la situación siempre acaba en inflación (en la mayoría de casos) o ajustes muy duros. No hay excepciones. Creer que un gobierno puede gastar lo que no tiene de forma perpetua y que eso sea bueno para la economía es absurdo. Por mucho que haya economistas que se lo crean. Y la historia nos lo demuestra una y otra vez.

El abuso de la deuda por parte de los gobiernos no es algo nuevo. Multitud de países e imperios se endeudaron demasiado, y todos acabaron igual. Incluyendo el imperio romano en múltiples ocasiones.

¿Hay países que pueden abusar de la deuda?

Es cierto que algunos países son capaces de “abusar” más de la deuda o la impresión monetaria que otros. Esto se debe a multitud de factores. Pero tan solo retrasan lo inevitable.

En general, un país es capaz de abusar más de la deuda si su divisa es aceptada internacionalmente (como el dólar), sus exportaciones son superiores a sus importaciones (Japón o la zona euro) o el nivel de ahorros del país es muy elevado (Japón).

Pero reitero que eso no significa que esos países estén al margen de las reglas económicas. Simplemente son capaces de aguantar más tiempo antes de tener que hacer los ajustes necesarios.

Un vistazo a algunos países emergentes es suficiente para ver cómo acaba un país que gasta regularmente más de lo que ingresa (Argentina, Turquía o Sudáfrica).

Las leyes económicas son obvias. Y ningún país es demasiado grande. El dólar ha perdido un 97% de su valor a lo largo del último siglo. Y la situación en Estados Unidos se deteriora a un ritmo cada vez más rápido.

Para ponerlo en perspectiva, el presidente George W. Bush emitió tanta deuda en 8 años como todos los presidentes que le precedieron. Barack Obama vino después y emitió en 8 años tanta deuda como todos los presidentes antes que él, incluido George W. Bush. Y después vino Trump, que en 4 años emitió tanta deuda como Obama en 8.

Beneficios de gestionar un país como una familia

Hay multitud de beneficios de gestionar la economía de un país de la misma forma que la de una familia o una empresa. La principal ventaja es que es un sistema justo. El gobierno no tiene la capacidad para abusar del resto de agentes económicos, y esa confianza permite que la gente se anime a trabajar, emprender, invertir y ahorrar.

Las economías más saneadas son las que, a largo plazo, permiten que las clases bajas y medias gocen de un mayor nivel de vida. Son las que muestran menor desigualdad económica, menos corrupción, menos desequilibrios y mayor prosperidad.

Y eso no aplica solamente a países como Suiza o Noruega. El éxito de algunos países emergentes a lo largo de las últimas décadas se debe en parte a haber mantenido una política monetaria sólida y un nivel de deuda muy bajo. Corea del Sur, Tailandia, Indonesia, República Checa, Polonia y muchos países más son grandes ejemplos.

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Publicado en Economía

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