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Bancos Centrales compran Acciones – 10 Consecuencias

Las autoridades monetarias llevan más de una década comprando bonos de forma masiva, con resultados muy decepcionantes. Conociendo su forma de actuar, debemos preguntarnos: ¿Qué podría ocurrir si los bancos centrales compran acciones directamente?

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De dónde venimos

Tras la crisis financiera iniciada en 2008, la mayor parte de las grandes economías, altamente endeudadas y sin ganas de llevar a cabo reformas de calado para ajustar sus desequilibrios, empezaron a implementar políticas monetarias “no convencionales”.

Tales políticas consisten en que los bancos centrales compren deuda de los países. Eso se hace con el objetivo de que los gobiernos puedan seguir endeudándose sin riesgo a que los inversores, preocupados por el mal estado de las finanzas públicas, se nieguen a seguir financiando la fiesta.

Aquello que se vendió como una medida temporal ya lleva una década aplicándose, y se ha convertido en la nueva normalidad. De hecho, las cantidades de deuda que adquieren los bancos centrales no han dejado de aumentar.

Por si esto fuera poco, desde hace tiempo también compran deuda corporativa. La justificación oficial ha sido que es para alentar a las empresas a invertir más, reactivar la economía y crear inflación.

Un paso más allá

En 2013, el Banco de Japón fue un paso más allá y empezó a comprar acciones. Tan solo 7 años más tarde, el banco central japonés ya posee alrededor del 5% de todo el mercado bursátil del país.

Y, como no podía ser de otra forma, altos cargos de la Reserva Federal de Estados Unidos y del Banco Central Europeo han empezado a pedir que sus bancos centrales también puedan llevar a cabo tales políticas.

En este artículo analizamos las nefastas consecuencias que podrían darse si los bancos centrales compran acciones. Algunas de ellas ocurrirían de forma inmediata. Otras podrían acabar ocurriendo a largo plazo.

Nos centraremos en la compra de acciones del país de origen del banco central. En otras palabras, el Banco de Japón comprando acciones japonesas, el BCE comprando acciones de la zona euro o la Reserva Federal comprando acciones norteamericanas.

Es importante hacer ese matiz porque algunos bancos centrales compran acciones extranjeras como parte de sus activos reserva. La diferencia es importante, ya que en un caso el banco central puede imprimir la divisa que se usa para comprar esas acciones, y en el otro caso no.

No quiero que pienses que trato de ser alarmista. Tan solo me centro en analizar los posibles escenarios para que seas consciente de ello. También veremos al final qué podemos hacer desde el punto de vista de nuestras inversiones para protegernos y beneficiarnos de estas políticas.

10 Consecuencias de que Bancos Centrales compren acciones

1) Burbuja bursátil

La primera consecuencia de que los bancos centrales compren acciones es que animas a que se forme una burbuja bursátil. En general, una burbuja aparece cuando los inversores creen que el riesgo es inexistente y las ganancias están aseguradas.

Por este motivo, si los inversores saben que los bancos centrales van a comprar acciones de forma regular, y en cantidades superiores si hay una caída bursátil, la sensación de riesgo desaparece. A fin de cuentas, si los bancos centrales compran acciones no es para venderlas después, sino para quedárselas para siempre.

Algo muy parecido ha ocurrido en el mercado de bonos desde que los bancos centrales empezaron a comprar deuda soberana. Países que, debido a su elevado nivel de deuda y déficits públicos, anteriormente tenían que ofrecer altos intereses a los inversores para que éstos les prestaran dinero, son ahora capaces de pedir prestado a interés 0, o incluso a intereses negativos.

¿Por qué? Pues porque los inversores esperan que los bancos centrales no permitan que el precio de esos bonos caiga (desaparece el riesgo), al mismo tiempo que confían en que van a poder venderlos aún más caros (ganancias aseguradas). Y a mayor precio de un bono, menor su tipo de interés.

Así pues, si los bancos centrales empiezan a comprar acciones en el futuro, podemos estar bastante seguros de que las cotizaciones bursátiles van a aumentar de forma dramática.

El Banco de Japón empezó a comprar acciones de forma masiva en 2013. Lo hace mediante fondos ETF que siguen a los principales índices bursátiles del país.

En el momento en el que el Banco de Japón anunció su nuevo programa de “estímulos monetarios” a finales de 2012, el índice Nikkei 225 cotizaba cerca de los 9.000 puntos. 8 años más tarde la cotización está cerca de los 27.000 puntos. Es decir, un índice que llevaba más de dos décadas sin levantar cabeza, ha logrado triplicar en cuestión de 8 años.

2) Mayor desigualdad económica

Otra de las consecuencias de que los bancos centrales empiecen a comprar acciones es el aumento de la desigualdad económica. De hecho, las políticas que vienen aplicándose desde la crisis iniciada en 2008 han llevado a un aumento muy pronunciado de la desigualdad entre aquellos que tienen patrimonio y los que no.

Es por este motivo que resulta tan hipócrita escuchar a un político decir que hay que llevar a cabo políticas monetarias expansivas, al mismo tiempo que se queja de la desigualdad creciente.

Si el banco central se dedica a comprar acciones, lo lógico es que las cotizaciones bursátiles suban. ¿Y a quiénes beneficia eso? Pues a los que tienen acciones. Y cuanto mayor sea el número de acciones que tienen, más se van a beneficiar.

Los multimillonarios verán su patrimonio aumentar de forma dramática. Las clases medias, si invierten en bolsa, pueden ver cómo sus inversiones suben. Pero eso también significa que todo lo que compren a partir de entonces será más caro. Y probablemente no tengan tanto dinero invertido como para que les compense.

Las clases bajas, por supuesto, no van a beneficiarse de ninguna forma. De hecho, la única consecuencia para ellos es que, si desean empezar a invertir en algún momento, van a tener que hacerlo pagando precios mucho más altos.

3) Menor movilidad social

A raíz de lo que hemos visto en el punto anterior, el aumento de la desigualdad económica lleva a una menor movilidad social. Veamos por qué.

Hay dos pasos necesarios para que haya movilidad social. El primer paso es que una persona originalmente de clase baja o media sea capaz de tener éxito a nivel profesional o en los negocios. Eso permite que los ingresos de esa persona aumenten, y sean significativamente superiores a los de sus padres.

El segundo paso es que esa persona sea capaz de convertir esos mayores ingresos en patrimonio, mediante la adquisición de activos. Esos activos pueden ser de muchas formas: acciones, inmuebles, oro, etc. Y ahí es donde aparece la problemática.

Debido a que el banco central se ha dedicado a aumentar el precio de todos los activos, ahora es más difícil acceder al mismo nivel de vida y de patrimonio que era posible anteriormente. De la misma forma, la gente rica, que son los que tienen una mayor proporción de activos, lo tienen mucho más fácil para mantenerse en los niveles altos de la sociedad.

Como ves, la compra de acciones por el banco central dificulta el proceso a través del cual una persona es capaz de subir dentro de la escala social.

Como consecuencia de eso, uno de los incentivos más importantes de una sociedad meritocrática desaparece. Y sin meritocracia, perdemos todos.

4) Zombificación de la economía: menos crecimiento

Una economía zombi es aquella en la que sus empresas han dejado de innovar y, en muchos casos, son incapaces de generar beneficios o pagar los intereses de su deuda. Obviamente, si una empresa es incapaz de generar beneficios a largo plazo es porque los bienes y servicios que ofrece no son demandados por la sociedad.

En una economía capitalista, este tipo de empresas desaparece tarde o temprano, ya que dejan de recibir el capital necesario para seguir operando. Y, si bien esto puede ser doloroso a corto plazo, es lo que hace que el bienestar de la población mejore a largo plazo. A fin de cuentas, las empresas que desaparecen hacen lugar a empresas nuevas.

Este proceso es conocido como destrucción creativa, y fue identificado por Schumpeter. Las crisis pueden ser una fuente de innovaciones, nuevas empresas y un mejor nivel de vida para todos.

Pero en una economía en la que los bancos centrales deciden quién recibe capital, ese proceso no ocurre. Por mucho que una empresa sea incapaz de innovar o de ofrecer productos y servicios competitivos para el mercado, va a seguir recibiendo inversiones por parte del banco central.

Y debido a que esas compras de acciones se hacen mediante fondos pasivos, las empresas grandes siguen siendo grandes, debido a que son las que más inversiones reciben.

De hecho, algunos ejecutivos de grandes empresas japonesas han reconocido que ahora tienen menos incentivo para trabajar duro y aumentar los beneficios de la empresa. En el pasado eso era necesario para que la cotización bursátil subiera. Pero hoy en día eso está garantizado gracias a las inyecciones de dinero del banco central.

5) Sistema financiero más inestable

A pesar de que una de las justificaciones de los bancos centrales para comprar acciones sea la de dar más estabilidad al sistema financiero, lo cierto es que lo hace más inestable.

El sistema financiero se adapta en función de las expectativas para varias métricas importantes: crecimiento económico, inflación, tipos de interés, etc. Todas estas métricas están relacionadas entre sí. Y eso hace que los movimientos en los mercados financieros tengan una lógica.

Si el crecimiento económico es bueno, sube el mercado bursátil. Si la inflación aumenta, suben los tipos de interés y el precio del oro. Si hay una recesión, caen las bolsas y los tipos de interés. Y si alguien decide invertir con dinero prestado, debe ser consciente de que el riesgo de sus inversiones aumenta de forma exponencial.

Sin embargo, en un mercado en el que los bancos centrales son el factor determinante, los datos fundamentales dejan de importar. El crecimiento económico, la inflación, posibles recesiones, etc. Todo eso pasa a un segundo plano, o a ser totalmente irrelevante. Lo único importante es qué hará el banco central. Y como las decisiones del banco central son tomadas por personas, no hay forma de analizar de qué forma evolucionarán en el futuro.

Al mismo tiempo, las compras de acciones por parte del banco central predisponen a los inversores a dar por sentado que las cotizaciones bursátiles aumentarán pase lo que pase. A raíz de eso, muchos agentes económicos deciden apalancarse al máximo.

Como resultado, el sistema financiero pasa a depender por completo de las decisiones del grupo de burócratas al mando del banco central, y nos expone a un mayor nivel de riesgo.

6) Menos riqueza para la ciudadanía

Una política monetaria de este tipo hace que el nivel de riqueza en manos de la ciudadanía disminuya. Aquí no debemos confundir dinero con riqueza, por mucho que los bancos centrales lo hagan.

La riqueza son los bienes y servicios que se producen en la economía, así como los activos que forman parte de ella. Así pues, la riqueza de una sociedad son sus empresas, muchas de ellas cotizadas en bolsa y de las que podemos comprar acciones, sus inmuebles, sus coches, su oro, sus obras de arte, etc.

El dinero fiduciario, es decir, euros, dólares, pesos o yen, no tiene ningún valor en sí mismo. Su valor depende exclusivamente de que alguien esté dispuesto a aceptarlo, y a que haya cosas que se puedan comprar.

Cuando el banco central compra acciones, lo hace con dinero creado de la nada. Es decir, teclean en un ordenador cuánto dinero desean crear, y lo usan para comprar acciones. Así pues, lo que ocurre es que el banco central es ahora propietario de un activo real (parte de una empresa que produce bienes y servicios), mientras que el vendedor ha recibido dinero que antes no existía.

Como consecuencia, ahora hay más dinero fiduciario en manos de la sociedad (cuyo valor depende solamente de lo que podamos comprar con él), pero menor cantidad de activos que comprar. Es decir, hay menos riqueza en manos de la gente.

El resultado final es obvio: la sociedad es ahora más pobre. Además, tales políticas monetarias ejercen un efecto inflacionario sobre la economía, encareciendo el coste de las cosas.

Ciertamente no parece el tipo de política que haríamos si nuestro objetivo fuera mejorar el nivel de vida de la población.

7) Nacionalización de los activos del país

Si por un lado disminuye el nivel de riqueza en manos de la población, por el otro aumenta el nivel de riqueza en manos del gobierno y sus instituciones. Y ahí reside la mayor amenaza de estas políticas a nivel económico.

Las políticas de compra de deuda por parte del banco central tienen efectos muy nocivos. Pues prácticamente todos los puntos que hemos tratado hasta ahora son también válidos para la compra de deuda soberana y corporativa. Pero lo cierto es que los poseedores de bonos de una empresa suelen tener muy poco poder sobre la misma.

Por el contrario, las acciones representan la propiedad directa sobre las empresas. Si el banco central compra acciones, lo que está ocurriendo realmente es una nacionalización de la economía. Los activos dejan de estar en manos del sector privado para pasar a manos del sector público.

Por si esto fuera poco, el proceso por el cual esto ocurre puede definirse como expropiación o confiscación. Sí, el vendedor de esas acciones recibe dinero por las mismas. Pero ese dinero ha sido creado de la nada por el banco central. De forma que lo que realmente ha ocurrido es que el dinero de todos los demás agentes económicos ha perdido valor, y esa pérdida de valor ha sido transferida a ese vendedor. El banco central, por su parte, se ha llevado las acciones.

Una de las consecuencias de que los bancos centrales compren acciones es que la economía puede acabar pareciéndose a la que tenían los antiguos países del bloque soviético. Las grandes y medianas empresas estaban todas en manos del Estado y sus instituciones afines.

Si bien esto puede parecer un riesgo a largo plazo, déjame decirte que el Banco de Japón ya posee en 2020 el 5% de toda la capitalización bursátil del país. Tan solo 7 años después de haber empezado a comprar acciones. Lejos de ser una medida temporal, como se anunció en su día, la cantidad de acciones compradas no ha dejado de aumentar año tras año.

Así pues, ¿podríamos afirmar que vivimos en un sistema capitalista si el 25% de todas las empresas cotizadas en bolsa está en manos del gobierno? ¿Y si ese porcentaje aumenta al 50, al 75 o incluso al 90%?

8) Más poder para políticos y burócratas

Independientemente del porcentaje de acciones que esté en manos del banco central, lo cierto es que el poder de políticos y burócratas aumenta. Y eso no es nada positivo. Básicamente porque sus incentivos son muy distintos a los de un capitalista.

Si la empresa está en manos de un capitalista, el objetivo que se persigue es obvio: conseguir beneficios. Para ello, la empresa debe ofrecer bienes y servicios que sean demandados por la población. En caso de que no sea así, esa empresa acabará desapareciendo. Por ese motivo el capitalismo suele favorecer a un amplio número de personas.

Por el contrario, si el gobierno, o una institución gubernamental como el banco central, son los que deciden el rumbo de la empresa, crear buenos productos y servicios deja de ser el objetivo principal. Debido a que un político o burócrata está ahora al mando, esa participación empresarial se usará para satisfacer los objetivos personales e ideológicos de esa gente. A raíz de eso, también aumenta el riesgo de que aparezcan grandes casos de corrupción.

Lejos de idealizar el tener a un gobierno con mucho poder, lo que suele ocurrir al final es que ese poder acaba siendo abusado.

9) Pérdida de libertades

Un gobierno con muchos poderes suele llevar a una importante pérdida de libertades por parte de la población. Tanto económicas como de otros tipos.

Una economía en la que el gobierno y sus instituciones son propietarias de la mayor parte de los bienes de producción, es una economía en la que las leyes de la oferta y la demanda dejan de ser válidas en muchos aspectos.

El mercado, formado por productores y consumidores libres, ya no es capaz de decidir qué se produce, cómo y en qué cantidades. Ya no hay mecanismo por el cual las empresas deben adaptarse y mejorar. En tal escenario, la libertad económica de emprendedores y trabajadores se ve muy mermada, ya que las barreras de acceso al mercado son mucho más altas de lo habitual.

¿Cómo vas a competir contra una empresa que no debe dar beneficios y que va a seguir recibiendo capital independientemente de lo que haga?

Por otro lado, un gobierno con el poder de decidir cómo deben funcionar las empresas, también acaba queriendo decidir cómo deben vivir sus ciudadanos.

Se empieza regulando los precios de algunos sectores considerados estratégicos. Debido a que las medidas adoptadas no funcionan, como nunca lo han hecho, se opta por imponer regulaciones aún más extremas, haciendo que el problema deteriore todavía más. Al mismo tiempo, la regulación de precios se extiende a todo tipo de sectores. Eventualmente, toda la economía pasa a estar intervenida por parte de organizaciones gubernamentales.

A continuación, esa misma gente empieza a dictar qué cosas están permitidas y qué no. Todo aquello que no guste al gobierno, pasa a estar perseguido. Primero mediante impuestos y regulaciones. Más tarde mediante prohibiciones.

10) Establecimiento de un sistema de economía planificada

La consecuencia lógica de este experimento a largo plazo es el establecimiento de un sistema de economía planificada, muy similar al de un país comunista, y el empobrecimiento de la población. A fin de cuentas, la mayor parte de la riqueza del país está ahora en manos del gobierno.

Los ciudadanos, tanto ricos como pobres, tan solo han recibido dinero fiduciario. Y éste solamente tiene valor si hay cosas que podemos comprar. Sin embargo, ya no hay bienes de capital que comprar. Y los bienes de consumo y servicios probablemente sean menos y de peor calidad.

Soy consciente de que llegar a tal escenario no es algo automático, pero es realmente a donde nos llevarían este tipo de políticas eventualmente si no las paramos. Estamos hablando de cambiar mayores cotizaciones bursátiles a corto plazo por la pérdida de todo nuestro patrimonio y nuestras libertades a largo plazo.

Si este análisis te parece demasiado alarmista, acuérdate de lo siguiente. Los bancos centrales empezaron a comprar deuda soberana para tranquilizar a los mercados. Pero eso ha resultado en gobiernos mucho más grandes, con poder para gastar de forma casi ilimitada, y economías frágiles y con bajo crecimiento.

Las cantidades de dinero destinadas a tales fines no han parado de aumentar desde que se implementaron, a pesar de que en su día nos dijeron que eran extraordinarias y serían temporales.

El Banco de Japón ya ha empezado a comprar acciones de su propio país. Janet Yellen, anterior presienta de la Reserva Federal y futura Secretaria del Tesoro de Estados Unidos, ya ha dicho que la Reserva Federal debería poder comprar acciones. Y sabemos que Christine Lagarde, presidenta del BCE, también está a favor de comprar acciones de empresas europeas.

Debemos preguntarnos a dónde nos llevarán tales políticas. Y si otros activos también van a verse afectados. Por ejemplo, podrían usar un crash inmobiliario para justificar la compra masiva de viviendas. Las consecuencias acabarían siendo las mismas: la riqueza y las libertades de la población pasarían a convertirse en herramientas y poder del gobierno.

Cómo deberíamos actuar si eso ocurre

Vayamos al grano sobre qué deberíamos hacer si el banco central empieza a comprar acciones de nuestro país. Hablaremos sobre inversiones a corto y a largo plazo.

En el corto plazo, comprar acciones debería ser una buena jugada. A fin de cuentas, si sabemos que el banco central va a destinar cantidades ingentes de dinero al mercado bursátil, estar posicionados para ello puede beneficiarnos.

No te recomendaría hacerlo usando deuda, ya que el nivel de incertidumbre en el mercado se vería incrementado. Pero lo más probable es que si invertimos en acciones cuando el banco central se ha comprometido a comprarlas, seremos capaces de conseguir plusvalías.

En el largo plazo, deberíamos adquirir activos refugio que sean de difícil acceso para gobiernos y bancos centrales. Eso significa comprar oro y plata (físicos), y también criptomonedas como Bitcoin. Este tipo de activos te permitirían salvaguardar parte de tu patrimonio.

Obviamente, si realmente se acabase implementando un sistema de economía planificada y tú eres un amante de la libertad, lo más probable es que desees emigrar. Eso está fuera de la temática de mi blog, pero tener metales preciosos y criptodivisas te lo va a hacer más fácil.

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Publicado en Economía

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